Eutanasia: libertad y dignidad

10 desembre, 2020

Si no hay sorpresas de última hora, en unos días la ley de la eutanasia tendrá luz verde en el Congreso para seguir su tramitación. Esta ley, que se ha discutido cinco veces en los últimos años, llega para saldar una deuda histórica con miles de ciudadanos que vienen defendiendo este derecho desde hace años.

A lo largo de los distintos debates, uno se da cuenta de que las posturas contrarias a la ley lo son más por convicciones religiosas o morales que científicas o médicas, y esto merece unas notas aparte. Stuart Mill y muchos otros han pensado y escrito sobre los límites de la autoridad de los gobiernos, la sociedad y el desarrollo de la individualidad en las democracias liberales. Dejaron por escrito algunas ideas que siguen vigentes y están estrechamente vinculadas con el tema que nos ocupa; de las aportaciones más interesantes que Mill dejó se encuentra la defensa de un plan de vida propio que nadie en el conjunto de la sociedad debe poder modificar o alterar. La única condición que debe respetar todo plan de vida es no entrar en conflicto con los otros planes de vida de los ciudadanos. Algo parecido a aquella máxima de Sartre que afirma que la libertad de uno termina donde empieza la del vecino.

Esta ley no abre la puerta a que cualquiera pueda reclamar su derecho a recibir ayuda para morir, pero sí prevé que aquellos que sufren una enfermedad grave e incurable o un padecimiento grave o crónico pueda solicitarla. Y digo que puede y no que debe puesto que el matiz aquí es clave. Si aceptamos que como ciudadanos de una sociedad democrática y madura tenemos derecho a un plan de vida que nadie nos puede discutir, la pregunta es si tenemos también derecho a un plan de muerte para cuando se den unas circunstancias concretas. Yo digo que sí.

Si de algo no hay duda es de que esta reforma legislativa no obliga a nadie a realizar nada que no crea conveniente u oportuno. Igual que muchos otros derechos conquistados a lo largo de las últimas décadas, como el voto femenino o el matrimonio igualitario, con esta reforma legislativa demostramos que se puede ensanchar el campo de los derechos y las libertades sin que esto sea a costa de los derechos y las libertades de otros.

Esta ley permite que las curas paliativas sigan a disposición de los pacientes que quieran alargar su vida a base de paliar su dolor hasta el momento de su muerte y permite poner fin a ese dolor a los que lo consideren mejor opción. No veo quién sale perdiendo más allá de los que no satisfechos con controlar nuestro plan de vida ahora quieren controlar también nuestro plan de muerte.

Steven Pinker, en su ensayo En defensa de la ilustración, escribió que “las religiones chocan con el humanismo cuando pretenden elevar su principio y su bien moral por encima del bienestar de los humanos.” Así pues, queda dicho.

 

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